sábado, 8 de enero de 2011

Si el trabajo dignifica al hombre... ¿Qué hace el voluntariado?

Hoy llegué a casa después de pasar mi primer sábado del 2011 en la Cruz Roja empacando mercados para los damnificados por el invierno. Admito que suena aburridísimo: ¡madrugar un sábado vacacional para ir a trabajar gratis! pero es en realidad una actividad muy gratificante y contaré mis razones y el porqué lo creo así.


Confieso que esta es mi primera vez como voluntaria, pero no mi primera vez en donar: llevo varios años donando a la CR y justo con la emergencia invernal me uní a la campaña: doné sangre, llevé ropa, recogí mercados -en Bogotá y Cartagena... Contribuí a mi modo. Luego pasé poco más de un mes de vacaciones con una rutina bastante inutilizadora: comer, ir a playa, comer, dormir, salir a rumbear y comer fueron mis actividades principales. Afortunadamente, no hay mal que dure cien años y tuve que volver a Bogotá, sólo un día después de llegar y aún re-acostumbrándome al frío y a la altura me invitaron a donar. "¿Otra vez?" fue lo primero que pensó mi ultra egoísta y friolenta persona cuando la llamada me despertó a las 9 de la madrugada. Más tarde, con la debida dosis de cafeína en la cabeza, lo medité: en realidad me pedían donar mi tiempo, mis manos, mis ganas de ayudar...  


La cita era a las 8.00 a. m. -empecé mal porque llegué a las 10.00, a tiempo para el refrigerio-, me registré y miré a mi alrededor, tratando de abarcar con la vista la tarea del día: clasificar, empacar y organizar en cajas de donativos tipo mercado familiar -eso sólo significa, para la CR, un mercado estilo "canasta básica" para una familia de cinco personas-. Imagine ud. por un momento un parqueadero, un gran parqueadero, lleno de alimentos donados -ya van más de 3000 toneladas donadas a la CR- a ser ordenados, separados, clasificados, (si llueve, pues toca secarlos) y empacados para ser almacenados y transportados a todos aquellos lugares afectados en dónde la CR está ayudando poblaciones en riesgo. ¿Alcanza ud. a imaginarse lo insignificante, incapaz y desubicado que uno se siente ante semejante tarea?


Lo maravilloso de esta historia es que los voluntarios son muchos, muchísimos. No sólo están en la tarea los voluntarios de la CR: afortunadamente están los Scouts -curioso verlos, me recordó mi época de usar la camisa azul y la pañoleta al cuello-, voluntarios independientes -como yo-, organizaciones que donan el tiempo de sus trabajadores, empleados administrativos de la CR que añaden horas a su jornada de trabajo para ayudar, madres que llevan a sus hijos  para que vean que es una "emergencia invernal" y todos los que se me escapan de este conteo. ¿Son muchos, no? Darse cuenta de cuantas manos se dan a la misma tarea hace parecer que el trabajo no es titánico ni imposible. Podemos ayudar, podemos hacer una diferencia, podemos mejorar la vida de quienes viven en la desesperación, la miseria y la invisibilización mediática. Darse cuenta de esto es encontrarle el sentido a mantener vivas las esperanzas. 


Hoy pasé mi día trabajando: sudé, manché mi ropa, me mojé con la lluvia, me rompí algunas uñas, me cansé levantando kilos y kilos de comida, trabajé con personas maravillosas y al final del día, agotada y somnolienta, sonreí. A medida que me alejaba caminando de la sede de la CR, no pude evitar formularme la pregunta que titula este texto ¿Qué me hizo un día de voluntariado? Me hizo dar todo de mí para ayudar a otros que no conozco, me hizo dar mi tiempo, mi esfuerzo, mi sudor -hasta mis uñas- para tener algo de esperanza, para lograr mantenerla y para llevarla a dónde se sigue necesitando, así sea dentro de una caja de donativo tipo mercado familiar. La experiencia no me hizo mejor persona, no me hizo más altruista -y definitivamente no me hizo más puntual- pero me hizo interesarme más; ahora tengo -o eso creo- una realidad más completa y (me) entiendo más. 

5 comentarios:

Haceme un 14 dijo...

Hace unos días estuve conversando acerca de esto, de la solidaridad y de ejemplos como la Twitteraton. Yo creo que la solidaridad está presente en nosotros porque hemos pasado por tantas cosas difíciles que muy en el fondo sabemos que en algún momento nos va a tocar.

Al contrario de lo que tú dices yo creo que cosas como esta a mi me ayudarían a sentirme menos miserable e inútil. Hay que pegarse al parche, mi querida.

Andrés Meza Escallón dijo...

¡Muy bacano! Hiciste más que la mayoría que nosotros, y aunque nadie esté llevando la cuenta, lo que HACES por los demás sí te convierte en una persona solidaria.

Sobre la entrada, ojalá pudieras conseguir fotos de la jornada. Eso ayuda a aterrizar todavía más la experiencia en la mente del lector. n_n

Sandel dijo...

En su momento quise dejarte un comentario pero Blogger me lo impidió.
Nuestro mundo está caracterizado por el dinero fácil, el egoísmo arrogante, el consumo sin límites, .. En ese contexto, (pre)ocuparse de los demás es una actitud que va más allá de la compasión personal o de la sensiblería. Bravo!

Elo dijo...

Mmm de una voluntaria a otra: Es un trabajo cansón, sin embargo es satisfactorio ver que más allá de cualquier remuneración de tipo monetario hay cierta satisfacción personal al meter los pies en agua...

Vladimir dijo...

Me recordó un artículo interesantísimo que leí hace un año acerca de la motivación humana ( http://blogs.hbr.org/bregman/2010/02/a-story-about-motivation.html ). Entre el análisis había una historia acerca de la AARP (una asociación americana que busca mejorar la calidad de vida de los mayores de 50). La AARP le preguntó a un bufette de abogados si reducirían su tarifa a USD$30/hora para ayudar a ancianos necesitados. Los abogados dijeron "no". Luego la AARP les preguntó "lo harían gratis?" y la respuesta fué "Si". En alguna parte leí (no recuerdo) que la gente da lo mejor de sí cuando no está cobrando por lo que hace.